El extraño y portentoso regreso de la señorita que tiene ojos de gato.

Es tan cierto lo que se dice, tan notoriamente cruel, que no comprendo porque yo no alcanzo a entender porque me resulta tan difícil percibir la actitud de cada quien.
Será porque nunca he leído a Tolsoi. A veces hago cosas sin sentido. Marco algunos teléfonos y cuelgo por temor. Otras veces lloro a escondidas de la gran novela que es la vida. Y del despertar un día con las manos algo sucias, porque siempre hay algo que nos mancha las manos y que luego todo nos parece común. Como creer en un cuento de hadas que no sabemos cuando comenzó. Por eso mi estimada señorita de ojos de gato, me quedo en silencio a veces, no por temor a decir lo que siento, sino por no querer decir algo que sea incomprensible. Pasan las horas y los días, que se vuelven meses y años. Todo en una consecutiva secuencia de cosas y me pregunto como se conforma el tiempo. Y se que llegara la muerte y repaso una y otra vez la idea que parece que el cuerpo se acostumbra a la idea. Pero no es así, porque nunca se hace una a la idea hasta que se vive, como se vive el aire y el sol.
Tanto que hay por hacer….
¿Le he contado que últimamente sueño con el mar? No se porque siento como camino claramente por la playa y la brisa me toca el rostro y miro a lo lejos al sol. Todo es tan divertido. Aunque me inquieta mucho algo, se muy bien que es un sueño, pero me extraña que cuando despierto, tengo los pies llenos de arena.
Y la miro sonriente y todo lo que la rodea brilla y mis ojos se ciegan inesperadamente como si tratara de mirar al sol. Y de pronto todo ha pasado. Yo he estado aquí, bajo el solo del medio día, inclemente, esperando que vuelva a pasar por aquí y tal vez, esperar que pose sus ojos por aquí. Si, a veces hay tanta oscuridad.
Estimada Señorita con ojos de gato. Me hace falta alguien como usted.