El vacío

Valolopez El vacío se encuentra en el fondo de la taza de mi café. En la soledad de la mañana, cuando el silencio me tumba con su sonido; todo de una vez. Con el sabor amargo en la boca, las ideas aturdidas que oscilan entre lo onírico y la realidad. El vacío está en el incípido amanecer. Posteriormente la vida sigue, la gente viene y va, los segundos transcurren y todo es devenir; el vacío permanece como lo único que me llena. El aullido de la obligación me dice que tengo que seguir; empezar aún cuando los demás estén por terminar. Y el vacío es esa llamada; esas palabras llenas de buenas intenciones, halagos y adulaciones. Mi vacío está saciado de indesiciones, de ideas inconclusas y de canciones que suenan de fondo para completar este patético cuadro. El eco del vacío (lamentoso), el color del vacío (negro, sin luz), el olor del vacío (a encierro), el sabor del vacío (saliva amarga, tormentosa), el tacto del vacío (duro aire pasando entre los dedos), la sensación de vacío (tu odioso y amado recuerdo). El vacío eres tú, a las cuatro de la mañana, leyendo el texto de una loca que no aterriza sus ideas.