viernes, 30 de noviembre de 2007

mar

Valolopez

Divina y salina; el agua me recibe con cálido tacto, como los brazos de mi madre al oir mi llanto.

Salada salida; las lágrimas se confunden con el mar y es que soy del mar; soy sirena con pelo de espuma; cubriendo mi cuerpo con algas adheridas a él, como si le fuera propio, como un traje invisible e indivisible.

El olor conocido y las miradas bajo mis ojos me hacen sentir en los pies cosquillas de vidas marchitas.
Y viene y se va; me hace tambalear, me hace hundirme y sentir que lo tengo y no.

Es el amor como el mar; distante, intrigante, cercano, lejano, indeciso, blanco y peligroso.

Es pretexto para que el sol se hunda; dejando un halo naranja de pureza y nostalgia, poco a poco se lo va tragando hasta que de él no queda sino su recuerdo, estela rosada que deja un eco de grandeza; la vida pasada que recordaré en sueños, a gritos, entre develos y los celos.

Es el olor del adiós, es el despido del navío que en la línea del horizonte se borra.

Es la señal de un estallido que ahi mismo tendrá lugar y que será imperceptible a nuestra profana vista.

El sol es lumbre en la luna.

2 comentarios:

Jøëy dijo...

No conozco el mar, pero siempre que leo algo sobre el se me antoja la brisa, el ruido de olas y tener los pies húmedos

Riquisimo texto... me transporte.

Minna dijo...

Oye linda.. que buen texto.. es como de fantasía , al go conlo qeu de plano em identifico

Bravo para ti! buenisimo