jueves, 4 de octubre de 2007

Puertas

Valolopez


La puerta se ensancha y tú te vas
La puerta me mira y me cuenta su historia;
me deja pasar a través de sus pedazos de madera que se caen tristemente,
huyendo de mis ojos, llevando todo el peso de sus años a cuestas.

Le cuesta vivir, le cuesta morir y cada vaivén es doloroso para sus cansados clavos.
Yo le robo un trozo de vida, lo aprieto en mi mano y su olor se impregna.
Ya tengo una parte de su historia.

Poseo las lágrimas de quien lloró desesperanzado, poseo el orgullo de quien salió desairado, poseo la felicidad de quien buscó nuevos horizontes, y poseo también la desolación que su sonido dejó a causa de un adiós.

La puerta es triste; triste como lo que le rodea, y el sol la ilumina por compasión, como quien alienta a un moribundo.
Sólo le queda crujir, gemir y en cada sonido recordar las aves que pasaron.
Las campanas que sonaron mientras se desangraba en silencio.
Su grave, nervio acento.

La luz abre y cierra las puertas de un corazón que late sin cuerpo.
Abre y cierra sus ojos;
mis ojos que te miraron y no.

Y tu inicial en la escalera.
Es un presagio de que no.
La puerta me anuncia lo que tú no dijiste.
La puerta me dice que tú ya te fuiste.

Pues bien, adiós.
Y tu inicial en la escalera.

3 comentarios:

Minna dijo...

Esta metafora, es triste, mucho,
pero bastante certera y debo decir que más te leo y más me gustas!..

Yo qué puedo decir, cuando en mi vida eh concoido tantas puertas!... Me mueves cuando te leo!

Jones Dark dijo...

Si, la puerta, aun me duele. Cuanto....

Anónimo dijo...

LA puerta guarda muchas historias. Demasiadas.

Son los mejores testigos siempre silenciosos de lo que pasa detrás de ellas.